El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es una enfermedad contagiosa producida por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), que deteriora irreversiblemente el sistema inmunológico (defensas naturales) del cuerpo humano, dejando a la persona enferma expuesta a todas las infecciones virales provocadas por bacterias, hongos y protozoos. Por eso los enfermos del SIDA mueren a consecuencias de alguna infección que avanza en su organismo ante la falta de defensas.
En la persona contagiada, el SIDA se propaga por todo el organismo, concentrándose en la sangre y, además, en el semen de los hombres afectados. En la mujer, el virus puede incorporarse a las secreciones vaginales.
El virus del SIDA se transmite a través de 4 vías especificas según lo ha podido establecer hasta ahora la ciencia médica, todas las cuales presuponen el ingreso del virus directamente al torrente sanguíneo de la persona sana. Esas vías son:
1.- Las relaciones sexuales entre una persona portadora del virus y una sana.
2.- Las transfusiones de sangre contaminada.
3.- El uso de agujas hipodérmicas, jeringas o cualquier instrumento cortopunzante infectado por el virus.
4.- La transmisión, de la madre infectada, al hijo antes, durante o después del parto.
Todo hace pensar que resulta muy improbable que en la relación adolescente de pareja pueda haber riesgo de contagio de esta enfermedad en tanto habiendo un portador no haya relaciones sexuales. El riesgo es mínimo, aún considerando que el virus está en la saliva pero en niveles muy bajos.
Sin embargo, los antecedentes más avanzados sobre el tema advierten que los besos muy impulsivos podrían provocar sangramiento de encías o pequeñas lesiones labiales, lo que aumentaría el riesgo de contagio directo por la vía bucal.
Lo recomendable es tener el consejo de un médico si un integrante de la pareja adolescente es portador del SIDA. Este profesional será quien establezca los límites para evitar un eventual contagio.
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